lunes, 27 de febrero de 2012

#Pantuflas

El tema se desató cuando una amiga llegó a casa en pantuflas. Una especie de tela de toalla gris melange con suela de goma y un ribete bicolor imposible de sobrellevar. Ni hablar de la flor bordada que llevaba en su capellada. Aunque me cueste ahondar en detalles tan poco agradables, no sólo eran pantuflas tradicionales, sino que además tenían la híper innovadora abertura en la puntera, también conocida como boca de pez.


Las de mi amiga.
El modelito del pecado.




Cualquier intento de justificación al calzado menos atractivo del mundo caduca. Ni que la mamá de mi amiga vive enfrente de casa, ni que eran las 00hs, ni que estaba casi dormida, ni que se bañó y se puso lo más cómodo. No hay razón que justifique tal acción. Está bien que nos urgía un consultorio sentimental por mal de amores, pero tampoco para tanto! Creí que era el fin de la relación. La mía con ella, obvio.
La tarea es ardua, pero no puedo dejar de dar batalla contra las pantuflas, chinelas, chancletas, o cualquier otra de similar índole. De modo que, si no hubiese más alternativa, léase a menos que se tratase de ir de la cama al baño en la habitación de la maternidad a horas de haber dado a luz en invierno, traten de evitar usar pantuflas. Y si estás justo en esa situación, fíjate que opción elegís para que, al menos, puedas resarcir  tu pecado.
Pantuflas by Planar (recién descubro esta firma). Ya saben con qué opción me quedo, no?



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