El tema se desató cuando una amiga llegó a casa en pantuflas.
Una especie de tela de toalla gris melange con suela de goma y un ribete
bicolor imposible de sobrellevar. Ni hablar de la flor bordada que llevaba en
su capellada. Aunque me cueste ahondar en detalles tan poco agradables, no sólo
eran pantuflas tradicionales, sino que además tenían la híper innovadora
abertura en la puntera, también conocida como boca de pez.
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Las de mi amiga. |
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El modelito del pecado. |
Cualquier intento de justificación al calzado menos atractivo
del mundo caduca. Ni que la mamá de mi amiga vive enfrente de casa, ni que eran
las 00hs, ni que estaba casi dormida, ni que se bañó y se puso lo más cómodo. No
hay razón que justifique tal acción. Está bien que nos urgía un consultorio
sentimental por mal de amores, pero tampoco para tanto! Creí que era el fin de
la relación. La mía con ella, obvio.
La tarea es ardua, pero no puedo dejar de dar batalla contra
las pantuflas, chinelas, chancletas, o cualquier otra de similar índole. De
modo que, si no hubiese más alternativa, léase a menos que se tratase de ir de
la cama al baño en la habitación de la maternidad a horas de haber dado a luz
en invierno, traten de evitar usar pantuflas. Y si estás justo en esa
situación, fíjate que opción elegís para que, al menos, puedas resarcir tu pecado.
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Pantuflas by Planar (recién descubro esta firma). Ya saben con qué opción me quedo, no? |